domingo, 20 de abril de 2008

extrañandote durante el siglo XXI


  • Me desperté un poco afligido, angustiado, creo que ni siquiera estaba durmiendo.
    Los sentidos estaban encendidos... la ventana abierta, se asomaba la luna cuarto menguante y a mi lado no había ninguna mujer, solo hundida la parte del viejo colchón que estaba acostumbrada al cuerpo de mi esposa.
    No solo el colchón se había acostumbrado a ella... mis brazos se sentían vacíos por las noches sin tener a quien abrazar... Mis ojos también estaban tristes por no poder verla cada mañana, no tenia ni fotos de ella, había quemado todas, no se si por odio, tristeza, bronca, locura, o simplemente desilusión.

    Yo tenia 30 años, y mas de un tercio de mi vida con ella se fueron ese día.
    Su partida al principio pude disimularla, supe ponerle un antifaz de alegría a mi corazón tan embebido en vinagre. Luego se me acabaron las mentiras y tuve que plantearme el inevitable hecho de superar el abandono, tarde o temprano tendría que hacerlo, aunque me quedaba aun esa infantil esperanza de que vuelva, pero por como fue su despedida habían mas posibilidades de que crea en que luego de que se me caiga algún diente aparezca dinero bajo mi almohada.
    Los días pasaban tan tristes y tan grises en aquel verano, el sol de esa temporada solo iluminaba la sombra de ese hombre que había sido antes. Inundaban mis pulmones la nicotina y el alquitrán de los 50 cigarrillos que me fumaba por día, era un ermitaño mientras estaba en casa, solo salía a comprar comida enlatada, cigarrillos y viejas películas en blanco y negro.

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